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Érase Una Vez...

Érase una vez... Una Chica a la que le gustaba escribir Historias Oscuras. Su Madre no llegaba nunca a comprender los Motivos que la llevaban a convivir con Brujas, Demonios o Vampiros. Pero sin Ellos, sus propios Monstruos no tenían Voz. Y, cuando el Dolor se la comía por dentro, encontraba, en la Oscuridad y en todos sus Protagonistas, una forma segura de que no la devorasen.

Érase una vez... Una Chica a la que también le gustaba escribir Historias Épicas. Su Madre no llegaba nunca a comprender que, entre latido y latido, le naciesen Espadas, Fortalezas y Batallas. Cada Guerrero, que surgía de su Imaginación, era un Soplo de Valentía. La Esperanza que rugía en sus Tripas, cuando no deseaba levantarse de la Cama. 

Érase una vez... Una Chica que, además, escribía Historias de Amor. Su Madre no llegaba nunca a comprender sus Días Tontis, dibujados con Purpurina y Pompas Multicolor. Pero sin esos Días... Sin esos Días, no podía Respirar y hubiera muerto hacía mucho tiempo ya. 

Érase una vez... Una Chica que escribía todo lo que se le pasaba por la Cabeza. Daba igual si sus Pensamientos se retorcían hasta volverse una madeja de alambre, si sus Neuronas tenían una sobredosis de Algodón de Azúcar o si nunca Nadie entendía sus Letras. Porque... Érase una vez... Una Chica que escribía. Y punto. 



A mi Madre conmuchísimo  Amor. 

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