Érase una vez... Una Chica a la que le gustaba escribir Historias Oscuras. Su Madre no llegaba nunca a comprender los Motivos que la llevaban a convivir con Brujas, Demonios o Vampiros. Pero sin Ellos, sus propios Monstruos no tenían Voz. Y, cuando el Dolor se la comía por dentro, encontraba, en la Oscuridad y en todos sus Protagonistas, una forma segura de que no la devorasen. Érase una vez... Una Chica a la que también le gustaba escribir Historias Épicas. Su Madre no llegaba nunca a comprender que, entre latido y latido, le naciesen Espadas, Fortalezas y Batallas. Cada Guerrero, que surgía de su Imaginación, era un Soplo de Valentía. La Esperanza que rugía en sus Tripas, cuando no deseaba levantarse de la Cama. Érase una vez... Una Chica que, además, escribía Historias de Amor. Su Madre no llegaba nunca a comprender sus Días Tontis, dibujados con Purpurina y Pompas Multicolor. Pero sin esos Días... Sin esos Días, no podía Respirar y hubiera muerto hacía mucho tiempo ya. Érase una
Las dos jarras de cerveza se miraban de frente, a punto de comenzar un Duelo a filo de Espuma. Heladas, como las Miradas que se desafiaban a cada extremo de la mesa, se estremecían entre las voces de los parroquianos habituales del "Gato Tuerto". Seren, quién le había dado una patada hacía años a su título de Lady, acariciaba el preciado metal que protegían sus dedos, mientras sopesaba si darle un trago a la amarga cerveza o verter su contenido contra el rostro del Hombre que la había citado en aquella Taberna. Arvid estudiaba a Lady Seren sin disimulo, atento a cada cambio en su Respiración, disfrutando de las Luces que bailaban en sus ojos, cuando uno de sus Pensamientos parecía cambiar bruscamente de Dirección. A modo de escudo, se llevó la jarra a la boca y, con la tranquilidad de rastreador que poseía, permitió que el líquido se deslizase con lentitud por su garganta, eternizando el tenso momento. - Creí que no os volvería a ver. Tras la Caída de Gamli, desaparecistei