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Cernunnos

Un intrincado laberinto de tatuajes tribales decoraba su Piel. Dibujos que mutaban con cada Estación, cambiando formas y colores: Azul gélido cuando se acercaba el Invierno; Verde esperanza al estallar la Primavera; Aguamarina con la llegada del Verano y amarillo anaranjado al inicio del Otoño. La larga melena castaña, adornada con trencitas, rastas y abalorios de hueso, hacía juego con sus iris color ámbar, dotando a su Rostro de un brutal Atractivo Animal. Su cuerpo, semioculto por tejidos de piel de lobo y cuero, desprendía un ligero aroma a tierra mojada. Todo en Él era Humano, salvo las regias Astas de Ciervo que coronaban su cabeza: Dos protuberancias magníficas, recubiertas de un delicado terciopelo, que surgían de su cráneo, ramificándose con una Belleza Salvaje.  Jamás olvidaré la primera vez que lo vi... Alto y esbelto, parecía surgido de las entrañas de un mito fantástico. Recuerdo que... Recuerdo que tuve que parpadear varias veces, guardarme un suspiro y morderme el labio
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Añicos Por Pedazos... Pedazos Por Añicos...

 Él era un Hijo del Inframundo, nacido de las Entrañas más profundas de la Laguna Estigia.  Ella era una Hija de la Luna, nacida entre el Brillo Incandescente de miles de Estrellas Fugaces.  Él tenía el Corazón hecho Añicos.  Ella tenía el Corazón hecho Pedazos.  En un Día de Eclipse, donde la Luz se volvió Tinieblas, se cruzaron sin querer.  Ella lo miró sorprendida, atraída por las Historias que contaban los Tatuajes de su Piel.  Él se dejó Leer, permitiendo que sus Dedos descifraran los Dibujos que nunca Nadie había sabido Entender.  En un Día de Eclipse, donde las Tinieblas se volvieron Luz, Demonio y Hada intercambiaron Añicos por Pedazos. Pedazos por Añicos.  Entonces, Él dejó de tener el Corazón hecho Añicos. Y Ella... Ella dejó de tener el Corazón hecho Pedazos.  Meses después de aquel Encuentro, Demonio tenía un Nuevo Tatuaje en el que hablaba de la Magia de Hada. Y Hada... Hada lo releía cada Noche. 

Érase Una Vez...

Érase una vez... Una Chica a la que le gustaba escribir Historias Oscuras. Su Madre no llegaba nunca a comprender los Motivos que la llevaban a convivir con Brujas, Demonios o Vampiros. Pero sin Ellos, sus propios Monstruos no tenían Voz. Y, cuando el Dolor se la comía por dentro, encontraba, en la Oscuridad y en todos sus Protagonistas, una forma segura de que no la devorasen. Érase una vez... Una Chica a la que también le gustaba escribir Historias Épicas. Su Madre no llegaba nunca a comprender que, entre latido y latido, le naciesen Espadas, Fortalezas y Batallas. Cada Guerrero, que surgía de su Imaginación, era un Soplo de Valentía. La Esperanza que rugía en sus Tripas, cuando no deseaba levantarse de la Cama.  Érase una vez... Una Chica que, además, escribía Historias de Amor. Su Madre no llegaba nunca a comprender sus Días Tontis, dibujados con Purpurina y Pompas Multicolor. Pero sin esos Días... Sin esos Días, no podía Respirar y hubiera muerto hacía mucho tiempo ya.  Érase una

Espuma De Cerveza

Las dos jarras de cerveza se miraban de frente, a punto de comenzar un Duelo a filo de Espuma. Heladas, como las Miradas que se desafiaban a cada extremo de la mesa, se estremecían entre las voces de los parroquianos habituales del "Gato Tuerto".  Seren, quién le había dado una patada hacía años a su título de Lady, acariciaba el preciado metal que protegían sus dedos, mientras sopesaba si darle un trago a la amarga cerveza o verter su contenido contra el rostro del Hombre que la había citado en aquella Taberna.  Arvid estudiaba a Lady Seren sin disimulo, atento a cada cambio en su Respiración, disfrutando de las Luces que bailaban en sus ojos, cuando uno de sus Pensamientos parecía cambiar bruscamente de Dirección. A modo de escudo, se llevó la jarra a la boca y, con la tranquilidad de rastreador que poseía, permitió que el líquido se deslizase con lentitud por su garganta, eternizando el tenso momento.  - Creí que no os volvería a ver. Tras la Caída de Gamli, desaparecistei

Hohkönigsburg

Un cuerno resonó a lo lejos y su gemido se extendió por toda la ladera. En el valle, los tambores de guerra lanzaban sus advertencias. Era un ritmo constante, penetrante y tan sumamente asfixiante que el corazón sentía la necesidad de chillar, hasta romper con cada uno de sus latidos. Zora se tapó los oídos, tratando de que la horrible melodía no impregnase su ánimo, ni le robase la fuerza que necesitaba para seguir caminando. La tormenta, envidiosa de la canción que se deslizaba por el bosque, escupió toda su furia, convirtiendo la lluvia en un nuevo enemigo al que batir. Furiosa, las gotas golpeaban en todas las direcciones, desdibujando el sendero que debían seguir. Tass encabezaba la marcha y, al fondo, rasgando el ulular desesperado de una lechuza, la voz de Patas Largas llegó como un murmullo perdido en la lejanía. Zora miró hacia atrás, tratando de encontrar la silueta de Hohkönigsburg  entre la foresta, pero lo único con lo que se toparon sus pupilas fue con los ojos tristes de

Las Cartas de Lía

Querida Lía: Siete años. Ya han pasado siete años. Y, todavía, siento palpitar la Cicatriz debajo de mi Pecho. De vez en cuando, me visitan los Fantasmas que hacían mis Madrugadas Eternas y que pactaban con Morfeo para no dejarme dormir. Y, si cierro los ojos con mucha, pero mucha Fuerza, puedo escuchar mis Puños golpeando con Rabia el colchón y los Gritos que mi Garganta no podía emitir. Siete años… Y no he sido capaz de volver a leer… De volver a leerme. ¿Cómo regresar a esas Palabras en las que Él lo inundó Todo hasta ahogarme? ¿Cómo? ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo leer a quién era Yo entonces? A ese Yo que borraba la Tinta de sus Letras con Lágrimas. A ese Yo perdido. Sin rumbo. Destartalado. Y dolorido.   Ochenta y cuatro meses después. Tres relaciones fallidas. Una Micro-Historia de Amor de Verano. Y dos Amores Platónicos. Tres relaciones fallidas. Pero… ¿Cómo no iban a serlo? Si, por aquel entonces, ni tan siquiera podía quererme a mí misma. Ni mirarme en el Espejo.

Princesa

Tengo una PRINCESA viviendo en mi Interior.  No es una PRINCESA cualquiera: Viste con Chupa Motera, Tutú de Bailarina y Botas Militares.  Duerme sobre Rodelas y Escudos Vikingos.  Sueña con CUENTOS DE HADAS . Y, cuando YO no la miro, con el AMOR . A veces, se asoma a mis Ojos y hace Equilibrios sobre la Cinta de Purpurina que conecta mi CORAZÓN con mi CEREBRO .  A veces, se asusta y se esconde.  Y. cuando Alguien la descubre, se ruboriza hasta que aparecen Cerezas brillando en sus Mejillas.  Sí... Tengo una PRINCESA viviendo en mi Interior. Para Ro... Y por esas veces en las que tu PRINCESA se sienta a beber cerveza y a comer patatas fritas con mi PRINCESA .