Cansado tras un Día Largo de Calor, el Dios del Sol se asomó tímidamente entre la Foresta. En busca de un Instante de Paz, detuvo su Carro en un Bosque Sin Nombre. Sin Dueño. Sin Nadie.
Entonces, lo vi.
Salvaje. Aventurero. Helios contemplaba el Mundo, desde el Infinito hasta la Nada. Desde la Nada al Infinito.
Sí... Lo vi.
Y Él me vio, cruzándome entre sus Rayos... Haciendo Cabriolas entre los Haces de Luz que bailaban alrededor de mi Sombra.
Sí... ¡¡Lo vi!! ¡¡Os juro que lo vi!!
Y, antes de que la Noche me acunase con sus Cuentos de Dormir, me besó el Cabello con sus Labios de Fuego.
Lo vi... Yo vi al Dios del Sol y, con su Beso, me hechizó.
Entonces, lo vi.
Salvaje. Aventurero. Helios contemplaba el Mundo, desde el Infinito hasta la Nada. Desde la Nada al Infinito.
Sí... Lo vi.
Y Él me vio, cruzándome entre sus Rayos... Haciendo Cabriolas entre los Haces de Luz que bailaban alrededor de mi Sombra.
Sí... ¡¡Lo vi!! ¡¡Os juro que lo vi!!
Y, antes de que la Noche me acunase con sus Cuentos de Dormir, me besó el Cabello con sus Labios de Fuego.
Lo vi... Yo vi al Dios del Sol y, con su Beso, me hechizó.
Publicado en mi Cara-Libro Las Letras Suicidas
(19 de Agosto del 2018)
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