- Si gritas… ¡Ella morirá! – Con un rostro que reflejaba el
mayor de los Placeres, el Verdugo acarició con mimo el flagrum que custodiaban
sus dedos. Muy lentamente, fue rozando cada una de las tres correas que
conformaban el látigo y, cuando llegó a las bolitas de metal que decoraban sus
puntas, las hizo girar con una sonrisa macabra dibujaba en sus labios. – Si grita
Ella… ¡Lo harás Tú!
Ambos se miraron. En Silencio. Rodeados de aquella Niebla Espectral
que hacía desaparecer a la mismísima Noche, atrayendo a todos los Fantasmas que
vagaban por la Montaña. Arrodillados, entre
pequeños huesecitos de animales y cenizas de una hoguera extinta, parecían una
Balanza Humana. Una gruesa y áspera soga colgaba a ambos lados de una rama de
pino y, en cada uno de sus extremos, el Verdugo les había atado las muñecas,
como regalo de aquel Amor que Él jamás viviría.
“¡No! ¡Espera! ¡No!
¡El agua está muy fría!”
Maddox ignoró los ruegos
de la Chica que le había robado el Corazón. Entre risas y juegos, se la cargó
al hombro y, antes de que pudiera volver a protestar, se metió en el lago. Había
llegado a su Vida sin permiso, revolucionándole. Sianna le gustaba hasta las
trancas. Y cada un de sus Yo´s también,
hasta aquellos que más rabia le daban. Aunque eso, aún no se hubiera atrevido a
confesárselo.
Ambos se miraron, descubriendo su propio Terror en las
Pupilas del Otro. Un Miedo atroz que se les hizo fuerte en las cuerdas vocales,
hasta obligar a sus lenguas a tragarse la Furia y la Impotencia que, por encima
de todo, ansiaban tener un Último Acto De Coraje. Las tres colas del látigo
rompieron los aullidos del viento, amenazantes, explicándoles en su Lenguaje de
Tortura que, a continuación, sería su Piel la que terminaría quebrada y
rasgada.
“¡Oh! ¡Yeaaaaah! ¡Has
perdido la apuesta! ¡Te dije que no serías capaz de meterte!”
Sianna se arrojó a los
brazos del Chico que le había curado el Corazón. Entre tiritona y escalofrío,
se pegó más a su cuerpo, anudando las piernas sobre sus caderas, hasta parecer
un pequeño monito buscando refugio en un árbol. Recordaba la primera vez que
vio a Maddox, con sus aires chulescos, deteniendo el Mundo durante muchos
segundos. Recordaba que pensó que jamás se fijaría en Ella, que se sintió
Pequeñita y que tuvo ganas de desaparecer. Aunque eso, aún no se hubiera
atrevido a contárselo.
- El Juego es Sencillo. Os turnaréis. Primero, mi Amado
Flagrum te morderá a ti. – A modo de ejemplo, el Verdugo elevó el mango del
látigo hasta su cabeza y, obligando al tiempo a estancarse en aquel movimiento
durante un largo minuto, dejó caer el brazo. El brutal sonido se estampó contra
la espalda de Madoox, extendiéndose a través de una soga que, ante la ausencia
de grito, levantó a Sianna del suelo grisáceo con un fuerte tirón. – Y,
después, a ti.
- ¡Ay! ¡Dioses! – Sobresaltada por una Pesadilla demasiado real, Sianna
tembló, acurrucándose contra el pecho de Maddox, escondiéndose bajo el búnker
de mantas que les protegía del Frío. Las Sombras se proyectaban sobre las
paredes de la tienda de campaña, formando extraños dibujos que cambiaban
constantemente, hasta unificarse en tres pequeñas serpientes.
- Si sigues helada, no es mi culpa… ¡No debiste
apostar contra mí! - Adormilado, Maddox
estrechó aún más a Sianna contra su cuerpo, tratando de trasmitirle todo el
calor que le había robado al perder aquella tonta, pero divertida, apuesta de
meterse en el Lago en pleno comienzo del Invierno.
Ambos se miraron, sin saber que,
en el exterior de su Paraíso de Acampada, una densa neblina emergía de la
superficie del agua, cubriéndolo todo con su Aura Fantasmal. Poco a poco, la
Niebla se fue transformando en Espectro y, el Espectro, en Verdugo.
- Si gritas… ¡Ella morirá! – La Voz llegó desde
fuera, entremezclada con grandes y siniestras risotadas. – Si grita Ella… ¡Lo
harás tú!
Mi querida Campanilla, que cuento estremecedor. Me ha tenido en suspenso desde la primera línea. Y a pesar de eso, también tiene su toque de romanticismo.
ResponderEliminarQue bien llevado entre párrafos que cuentan intercaladamente los dos lados de la historia que se unen en la peor pesadilla.
Genial mi hada loca.
Besaso.
Ainnnns... Si es que no puedo (ni sé, ni quiero...) vivir sin el Romanticismo... *-* ¿Qué sería del Mundo sin las Historias de Amor? ¡Nada! Pero tampoco puedo vivir sin mezclar el Amor con Cosicas Tétricas, Espectros y Psicópatas... ¡Que Lado más Oscuro tengo! ;P
Eliminar¡¡Besines!! ;)))
Hola , Campanilla. Me ha impactado la fuerza de las imágenes. Un texto para leer lentamente, en ese ir y venir de dos secuencias paralelas.
ResponderEliminarUn placer
Abrazo