Pequeña.
Siempre me ha gustado la Palabra Pequeña.
Está rodeada de Ternura y Dulzura, de Esencia, de Inocencia…
Pero, en ocasiones, sus Letras se desvirtúan en un Rincón de
mi Corazón, cuando, a este Hermoso Vocablo, se le añade el de Sentir.
Sentirse Pequeña.
Chiquitita. Chiquiteja.
Aún recuerdo cuando me sentía así. Cuando sentía que no era
Nada. Nada más allá que un pequeño soplo de Viento, incapaz de provocar una
Tempestad.
Observando a mis Mayores, rodeándome de sus Historias de
Guerra, de esas Leyendas que iluminaban mis Noches como una Estrella Guía, era
capaz de imaginarme a mí misma, envuelta en acero y cuero, teñida de Sangre
hasta las Entrañas… Como si mi propio Interior fuera un Lienzo en Blanco, ávido
de Cicatrices que relatasen mi Vida.
Mi Corazón con forma de Rodela Aguamarina tenía infinidad de
Marcas, Heridas Mal Curadas y un sinfín de Sueños tatuados en el Escudo que,
con el paso de los años, se había convertido en Coraza.
En más de una ocasión, mi Coraza se abolló, hundiéndose en
la Piel del Alma, hasta dibujar moratones que se extendían como la tela de una
araña, creando un Mapa Invisible para Muchos, Visible para los Pocos a los que
les permití conocer mi Tímida Desnudez.
No hubiera sido posible recomponer mi Todo, sin la Paciencia
que demostraron los más Maravillosos Maestros Herreros con los que me topé. Sin
embargo… Fue en esa Soledad que envuelve al Guerrero, en la que encontré un
Lugar Seguro para forjarme de nuevo. Para volver a empezar.
He aprendido a no sentirme Pequeña. A hacer de mis
Debilidades, Fortalezas.
Y, aún así, en ocasiones, regresa esa Sensación…
Cuando estoy ahí, en el Campo de Batalla, soy incapaz de
olvidar que, aunque estoy rodeada de Guerreros que luchan a mi vera, solo yo
empuño mi Espada. Solo yo soy responsable de mis Actos. Porque mis Actos
siempre van a traer consecuencias que debo asumir.
Qué Difícil es volver a Confiar…
Nada de sentirse pequeña en ese sentido. Hay que sentirse pequeña en los momentos dulces, en los bailes bajo la lluvia y en disfrutar de las pequeñas cosas. La confianza es algo dificil de recuperar, pero ahí estamos abriendo nuestro corazón siempre, porque sin la esperanza, no existiría el amor.
ResponderEliminarBonito texto guapa, ya te echaba de menos.
Un besillo grande y nada de sentirse pequeña porque eres una guerrera.
La pequeñez puede ser como la soledad. Uno se siente pequeño porque es en nuestro interior (mente o alma) donde reside esta sensación, aunque no se corresponda con la realidad. Del mismo modo, podemos sentirnos solos en medio de una multitud y, en cambio, abrigados y acompañados cuando no tenemos a nadie a nuestro lado.
ResponderEliminarUn bello e interesante relato.
Un abrazo.
Ufff esa mirada que me acaba de echar la guerrera pintada que has puesto, me acaba de dejar la sangre helada en las venas... como se le ocurra saltar de la pantalla no apostaría un duro por mi vida... aunque si sobrevivo quizás la compañía no sea mala jajaja. Volviendo al relato, me alegra que te hayas "recompuesto", aunque como dices esas cosas siempre dejan poso en el alma. Lo importante es quedarse con las lecciones positivas y del resto pasar página, si arrastrásemos todas las cosas negativas que nos pasan en la vida la mochila sería imposible de llevar. Interesante reflexión la tuya. Abrazos.
ResponderEliminarSi que es difícil volver a confiar pero no imposible, lo bueno es que ya hay un caminito aprendido y nos hará no volver a caernos en él.
ResponderEliminarPero, ¿sabes qué? Creo que no es malo tener miedo, porque eso nos hace medir los tiempos, y volver a iniciar pero a cada paso que demos será uno seguro y ganado.
Muchos besos y no tardes tanto en volver que se te extraña, ;)
Eres muy grande, pequeña. Sigue siendo una guerrera. ;)
ResponderEliminarUn besito. =)
Un relato que va cogiendo fuerza a medida que avanza, de lo Pequeño a lo Grande. A mí me gusta sobre todo ese párrafo en el que hablas de la soledad de la guerrera, de que, a pesar de estar rodeada de todos sus compañeros ella sola empuña su espada. Un símil muy hermoso. Efectivamente, que difícil es volver a confiar cuando has descubierto la vulnerabilidad de tu armadura, asumir las consecuencias de tus propios actos y seguir adelante en primera línea, junto al resto de guerreros. En realidad, cada uno de los guerreros empuña su propia espada, pero las batallas sólo se ganan cuando todos ellos actúan como uno solo.
ResponderEliminarUn abrazo. Hasta la próxima
Ese ser que somos, enfrentándose al mundo, en la gran batalla de la vida, entre tantos humanos que luchan por sobrevivir, sintiéndonos por un instante pequeños, no insignificantes, si no como partículas de un todo grandioso. Con tu toque especial, Campanillesco y Feroz. Evocador texto, compañera.
ResponderEliminar¡Abrazo, Hermanuela Letril! ;)