Una oleada de Dulzura recorrió con suma delicadeza su torso
desnudo, estudiándolo con Curiosidad mal disimulada. Poco a poco, aquella
Mirada de Inocencia fue acariciando el corte que dividía su pectoral derecho,
ensimismada, como si fuera la primera vez que contemplaba a la sangre lasciva
lamer la Piel de un Hombre.
Incómodo ante aquel extraño escrutinio, Sárgonas plantó con
fiereza los pies sobre la arena, acomodando todo su peso sobre la pierna
izquierda, para así mitigar las culebrillas de dolor que le correteaban por la
derecha. Caliente, como salido de la mismísima fragua de Vulcano, el aire que
atesoraban sus pulmones se estrellaba contra el visor de su casco, ardiendo en
el interior de la olla metálica que le protegía la testa. Y, mientras tanto,
incapaz de impedir al rubor de sus mejillas posicionarse en su rostro, sintió
que el Corazón buscaba asilo protector en el pecho de su Contrincante,
ignorando el agobio y la ceguera provocada por el sudor que lloraba sobre su
frente.
El Tracio hizo oscilar la pluma lateral de su casco,
obligando al Público a centrarse en su Azul Zafiro. Los segundos se
arremolinaron a su alrededor, convirtiendo aquel simple gesto, en una Eternidad
para su Mente de Guerrero. Pues, de forma desesperada, buscaba, en la hoja
curva de su corta espada, la forma de girar las tornas de un Destino que le
habían augurado sería recordado por los Historiadores y que, de improviso, se
había vuelto funesto.
Amparada por el Silencio que dominaba el Anfiteatro, enmudecido
y atraído sin remedio por la singularidad de la Lucha, el rostro de Dorcas
parecía esculpido en piedra. No había Pensamiento, Emoción o Sentimiento que se
reflejase en su pálida tez, nada que le hiciese adivinar al Gladiador cuáles
eran sus intenciones. Solo sus ojos color ceniza reían divertidos, aniñados y
tiernos, en contraposición constante de la Brutalidad que mostraba su Dueña en
cada ataque.
La Gacela, que era así como la habían apodado, era ágil y de
movimientos delicados, pero certera y peligrosa cuando su amado Gladius se
movía al compás de los giros de su muñeca izquierda, ya que, al contrario de lo
que se esperaba, el escudo lo aferraba con la diestra. Sin embargo, hacía un
rato que su protección dormía a su espalda, bajo un charco color escarlata. Envidioso,
aquel maldito color también se había apoderado de su túnica y, en su costado
derecho, una mancha de un intenso bermellón dejaba al descubierto un boquete de
carne y hueso.
El Viento aulló encabritado, enzarzándose en la rizada
cabellera de Domiciano. Extravagante, cruel y paranoico, sonrió con malicia,
disfrutando del placer que le provocaba contemplar el Combate. Hastiado de las
típicas Luchas de Gladiadores, había decidido dar un paso más allá, añadiendo como
oponente a una Gladiatrix. El último Emperador de la Dinastía Flavia regalaba a
Roma un perturbador goce y, esta, parecía ansiosa de más.
Aliada de las Sombras Monstruosas que proyectaban las
antorchas sobre la arena, la Noche se tornó más Oscura cuando Plutón hizo acto
de presencia entre la Multitud. Sabedor de que el Dios del Inframundo no les
perdonaría aquella Madrugada, Sárgonas arrojó el casco a un lado y, optando por
ser Dueño de su Sino tras un suave resoplido, se lanzó a los brazos de Dorcas,
como si fuera un Amante enloquecido. Mimosa, la Gacela acogió al Tracio contra
su pecho, deslizando con cariño la mano derecha por su nuca. Y, ante los
atónitos Espectadores, permanecieron abrazados, enlazados por el Metal que
atravesaba sus abdómenes, besándoles la Piel hasta que la Muerte los acogió en
su seno.
Nota: Relato para el "CONCURSO DE RELATOS DE GLADIADORES" de EL CÍRCULO DE ESCRITORES.
Muy bien escrito, conviertes en poesía la lucha a muerte de éstos dos originales contrincantes. A medida que lo leía supuse que terminaría con uno perdonándole la vida al otro, no imaginé que el final fuese el que le has dado tan distinto del que había dado por sentado. Buena opción a llevarse alguno de los galardones, suerte en el concurso Campanilla :)
ResponderEliminar¡Jorge! *-*
Eliminar¡¡Aiiiix!! ¡¡Que se me saltan los colores con tus Palabras!! ¡¡Wiiiiii!!
No sé ni qué decir... Imagino a Sárgonas y a Dorcas luchando en el Arena, en una Danza de Muerte, cada paso, cada sensación... El Dolor recorriendo sus Cuerpos, la Sangre robándoles las Fuerzas... Y, entonces, el Tiempo se detiene. Se para... Los Segundos se congelan. Y solo están Ellos. No hay Nadie más. La Muerte y Ellos. Lo veo mirándose, quizás por primera vez en todo el Combate, mirándose a los ojos, de verdad, reconociéndose mutuamente... Y, entonces, lo saben, lo sienten... Saben que van morir. Que se mueren... ¿Por qué no tener un último instante de Paz? ¿De Amor? ¿Por qué no soñar, en el último minuto, con la Vida que, si se hubieran conocido antes y en otras circunstancias, habrían podido tener?
Y así llegó el Final...
¡¡Muchos Besines Mágicos!! ^w^
Que mimoso Campanilla, hasta la lucha parece un baile escrito tan poéticamente. Es una pena que el amor haya terminado tan cruelmente pero no se podía esperar más en esas épocas a tamaña osadía.
ResponderEliminarEsta genial, como siempre. Besotes!!
Ainns... Mendiel... Se me han escapado un par de Suspiros escribiendo y debo reconocerlo... No sé... Esta Historia me toca el Corazón y no sé muy bien por qué... Quizás sea eso, que el Amor terminó de forma cruel, que empezó en su último Segundo de Vida, que Sárgonas jamás imaginó que encontraría a Dorcas...
Eliminar¡¡Besitos de Purpurina Sangrienta!! ;P
Que mimoso Campanilla, hasta la lucha parece un baile escrito tan poéticamente. Es una pena que el amor haya terminado tan cruelmente pero no se podía esperar más en esas épocas a tamaña osadía.
ResponderEliminarEsta genial, como siempre. Besotes!!
PD: Mimoso es poco... Aiiix... Ahí van Tres Suspiros más...
EliminarMe has dejado A-NO-NA-DA-DO. Un gran (y para mí novedoso) estilo narrativo, muy rico y depurado. Parece que hayas vivido en primera persona una experiencia como la que describes. Y el mejor de los finales posibles. Un gran relato, en definitiva. Mi enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo desprovisto de armas afiladas.
Cuando los sentimientos y el amor superan a los de odio y violencia todo puede dar un giro inesperado incluso en situaciones nefastas como la que tan bien relatas.
ResponderEliminarUn beso gladiatrix de las letras.
Me requete encanta, sin más. :)
ResponderEliminarUn besote, guerrera. =)
Qué bonito, Campanilla. Un relato de gladiadores diferente, donde los dos contrincantes son vencedores o vencidos, según se mire. El aire poético y romántico que recorre tus letras, a pesar de estar describiendo un combate a muerte, me ha encantado. Qué pena que la historia no haya tenido mejor final :(
ResponderEliminarUn beso enorme!!
Es un relato fabuloso, lo narras con mucha poesía, una lucha que casi parece danza... me ha encantado. Un beso
ResponderEliminarLo mejor de todo son los detalles con lo que describes cada una de las partes que forman tu historia Campanilla!! Llámame loco pero donde esta historia acaba yo no veo un final para sus protagonistas si no un maravilloso comienzo!! :)
ResponderEliminarHa estado genial y sobra decir que me ha encantado, un beso!!
;)
Me ha gustado tanto el detalle de la narración como propia la historia. Te ha quedado genial!!
ResponderEliminarTe dejo el mío por si lo quieres leer: http://fotoalquimiada.blogspot.com.es/2015/11/flamma-el-barbo.html
Un saludo!!
Un gran trabajo, documentado, con fuerza, original y con un estilo narrativo contundente. Te felicito
ResponderEliminarSaludos
Muy bien escrito y sorprendente. El final...inmejorable.
ResponderEliminarSaludos Campanilla, excelente narración llena de detalle en forma poética. Y un final de película. Éxitos y bendiciones!
ResponderEliminarUna narrativa detallada que me ha encantado. Muy bueno, como siempre querida Campanilla Salgo de tu blog contenta y empapada de purpurina. Besitos
ResponderEliminarBello relato, Campanilla. Siempre nos sorprendes con algo inesperado.
ResponderEliminarFelicitaciones
Mirna
Excelente Campanilla.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato.
Un abrazo.
Una sensacional imagen final, sangre y amor mezcladas hasta la inminente muerte. Ante los ojos del gozo inhumano, dioses del inframundo, y un público completamente atónito ante tal espectáculo de pasión final. Un combate poético sobre la arena. Espléndido, Campanilla. Sigues con un estilo propio y emocionante. Un placer leerte de nuevo.
ResponderEliminar¡Abrazo, Apañera Feroz! ¡Hermanuela Letril! ;)
Increíble relato, Campanilla, lleno de belleza por todas partes a pesar de la cruel realidad que viven ambos en la arena. El comienzo fue maravilloso, la continuación magnífica y has cerrado con un final apoteósico que en realidad no me esperaba. Más por la reacción de él que por la aparición de Plutón.
ResponderEliminarHa sido un placer leerte :D
Saludos.
La historia es muy buena, pero ganaría mucho si se conforma a las reglas ortográficas.
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