Lo reconozco, sí, me gustaba mirarle... Le observaba de reojo, porque... Bueno... ¡Temía que me descubriese! Que me descubriese y que yo... ¡Me muriese de vergüenza! ¡Transformarme en un pequeño tomatito! ¡Que las mejillas se me encendiesen de rojo fuego!
Leía. Devoraba libros con la misma intensidad que yo misma
lo hacía. Parecía que el Mundo se desvanecía cuando comenzaba a leer, como si
solo estuviera Él. Las páginas y Él. Las Letras y Él. La Historia y Él.
A veces, apartaba sus ojos negros de las Palabras, levantaba
su mirada azabache y se perdía a través de los campos que se dibujaban al otro
lado del cristal, como si algo se removiese en su interior y, entonces, un halo
misterioso bordeaba sus pupilas... Era... Era como si el Universo estuviese a punto
de revelar todos sus Secretos y, de pronto, reculase, decidiese no hacerlo,
huyendo de nuevo hacía las Páginas, regresando a la Historia, dejando al Alma
colgada entre Recuerdos...
Me gustaba. No puedo negarlo. Me gustaba porque, cuando
terminaba un Libro, lo dejaba descansar sobre su regazo y posaba sus manos
sobre la cubierta, como si quisiese proteger las grandes revelaciones que
hubiera encontrado en su interior. Sus iris oscuros volvían a dirigirse al
paisaje y, allí, los mantenía fijos hasta que llegábamos a la estación.
Y perdía su pista... Hasta el Lunes, donde lo volvía a
encontrar. Siempre tan distante, tan hermético, tan dentro de esa burbuja que
le rodeaba. Tan interesante, tan guapo. Tantos “tanes” que solo de pensar en
ellos, flotaba en el mejor de los Sueños.
Yo también leía. Cada semana me alimentaba con un Libro, el
Principio y el Fin siempre se sucedía entre asientos, absorbida por la falsa
comodidad del relleno, sumergida en mi propio Mundo. Perdida entre Palabras que
hacía mías, que las hacía reverberar en mi interior. También desconectaba, huía
de la carretera asfaltada, de los colores cambiantes del paso de las
estaciones, de mis propios Recuerdos. Y, cuando me tocaba pasar la última
página de mi Amigo de Tinta, lo abrazaba con fuerza, como si con la última
Palabra se fuese uno de mis suspiros. Uno que jamás regresaría.
Nunca hablé con Él. No podía. Tenía la sensación de que me iban a temblar las ideas, de que solo saldrían de mis labios estúpidos balbuceos, de que sonreiría sin parar, como me sucedía cuando estaba nerviosa. Así que me aferraba a mi Libro, jugaba con el cable de los cascos del MP3, me hacía invisible... Hacía de la espera en el andén todo un gran reto para pasar desapercibida. Aunque... ¿Quién era yo? ¿Cómo se iba a fijar en la Chica que llevaba muñecos colgados en su mochila? Él... Él... Que parecía tan serio, siempre con aquella expresión de no te arrimes, con sus pantalones vaqueros desgastados, su estilo de hipster que tan de moda estaba, la barba con destellos pelirrojos, el sombrero que le hacía tan, tan, tan... Tan irresistible...
Y luego... Luego estaba yo. Un Desastre personificado. Patoso.
“¿Quieres formar parte de mi Archipiélago de Sinceridad?"
Nunca hablé con Él. No podía. Tenía la sensación de que me iban a temblar las ideas, de que solo saldrían de mis labios estúpidos balbuceos, de que sonreiría sin parar, como me sucedía cuando estaba nerviosa. Así que me aferraba a mi Libro, jugaba con el cable de los cascos del MP3, me hacía invisible... Hacía de la espera en el andén todo un gran reto para pasar desapercibida. Aunque... ¿Quién era yo? ¿Cómo se iba a fijar en la Chica que llevaba muñecos colgados en su mochila? Él... Él... Que parecía tan serio, siempre con aquella expresión de no te arrimes, con sus pantalones vaqueros desgastados, su estilo de hipster que tan de moda estaba, la barba con destellos pelirrojos, el sombrero que le hacía tan, tan, tan... Tan irresistible...
Y luego... Luego estaba yo. Un Desastre personificado. Patoso.
“¿Quieres formar parte de mi Archipiélago de Sinceridad?"
Su voz... ¡Oh! ¡Su voz! Su voz... ¿Puede una voz parecer de
caramelo? De caramelo... Y, al mismo tiempo... ¿Ser sexy, varonil y de lo más
cautivadora?
¡Sí! ¡Sí que puede!
No. Nunca había hablado con Él. Nunca... Hasta que un día,
de esos en los que los Hados parecen que están de buen humor, nos encontramos
sentados juntos, asiento con asiento, vaquero con vaquero, roce a roce.
¿Quién dijo nervios? No me moví. Me quedé quieta.
Petrificada. Posando mi mirada de un lado a otro, loca, re-loca y más loca
aún... Tenía ganas de gritar, de salir corriendo, de lanzarme como una posesa
por el pasillo del bus... ¡Y chillar! ¡Chillar! “¡Sacadme de aquí!”, quise
lanzar al resto de personas que nos rodeaban... Pero no. Ni si quiera me atreví
a sacar el Libro que tenía reservado para la hora y media de viaje.
Y Él tampoco. Tampoco sacó su Libro. Posó sus iris oscuros
en algún lugar que no estaba en el Planeta, jugó con el roto de su pantalón,
sacando hilitos... Hilito tras hilito, dejando entrever una piel morena, una
pequeña línea de tinta negra, donde se intuía el rastro de un tatuaje. Sus
dedos parecían querer delatar la agitación que sentía, pero que su aparente
formalidad no manifestaba.
“¿Quieres formar parte de mi Archipiélago de Sinceridad?”
Me hizo la pregunta. Una sola vez. Diez minutos después de
que la oruga metálica se pusiera en marcha. Mirándome directamente,
atravesándome, clavándome cada Estrella del Universo en el Corazón.
No respondí.
Sentí que cada Palabra se me agarrotaba en la garganta. Si
no era capaz de respirar, si el oxígeno tenía dificultad para llegar a mis
Pulmones... ¿Cómo iban a funcionar las neuronas de mi Cerebro? ¿Cómo?
¡Imposible! No existían Letras capaces de formar las oraciones necesarias para
explicar cada uno de mis latidos.
No respondí. No. Y Él pareció decepcionarse. En una sola
fracción de segundo... En una sola fracción de segundo, el Universo de sus
pupilas enmudeció y todas las Estrellas se volvieron fugaces...
Solo fue una fracción de segundo. Una sola.
Porque una fracción de segundo después, levanté el puño
derecho, desafiante. Sonriendo, con la sonrisa más grande, más tímida, también
alcé el izquierdo. Puños en forma de respuesta.
Y lo entendió. Él lo entendió. La desilusión se esfumó, se
perdió entre su propia y maravillosa sonrisa. Una sonrisa que floreció en su
boca al mismo tiempo que yo extendía mi mano derecha, que se amplió
irremediablemente, cuando la izquierda la imitó.
Hacía dos semanas... Hacía dos semanas que Él me había visto
leer “Brújulas que buscan Sonrisas Perdidas” de Albert Espinosa. El mismo Libro
que había estado leyendo, en el mismo bus, unos asientos por detrás del mío, el
mismo día...
Tenía razón. Mi hermano mayor tenía razón. Decía que las
Almas Gemelas existen, que, tarde o temprano, están destinadas a encontrarse, a
volver a unirse. Que se reconocen, que hay un chispazo, que conectan, que hay
un vínculo que las une para toda la Eternidad... Decía que solo se necesita una
sola fracción de segundo para mirar a esa Personita y saber que es Él, que es
Ella...
Mi hermano sabía de lo que hablaba. Decía que las Estaciones
de Bus son mágicas, porque, en ellas, las Almas viajan, buscan, se
encuentran... Sí... Oriol sabía de lo que hablaba.... Daniela, la Chica De Las
Nubes... Oriol y Daniela eran Almas Gemelas... Un diario, una breve conversación...
Amor...
El Chico Misterio me había encontrado... O quizás... La Pato
Desastre lo había encontrado a Él... Fuera como fuese, Nacho me besó al día
siguiente... Y al siguiente... Y al siguiente... En nuestro Archipiélago de
Sinceridad estábamos preparados para tener nuestro propio Mundo.
PD: Para leer La Chica De Las Nubes pincha aquí
PD2: Albert Espinosa ha sido toda una revelación para mí,
comparable a lo mismo que experimenté cuando descubrí a John Green... “Brújulas
que buscan Sonrisas Perdidas” se ha vuelto tan imprescindible como en su
momento lo fue “Ciudades De Papel” y “Buscando a Alaska”... Los tres parecen
tener fragmentos de mí misma... Esta tarde, de vuelta a mi Hogar en el Bus,
tengo pensado empezar “Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos
tú y yo”... ¡Y aún me quedan tres más de este autor por devorar! O eso creo...
;P
PD3: Sí, en el Bus... ¡Qué mágicas me resultan las
estaciones! ¿Cuántas Almas conectarán hoy en el andén? ^w^
Un texto realmente cautivador, palabra por palabra, sentimiento por sentimiento, cada pensamiento, cada gesto, todos esos momentos de complicidad amorosa entre dos extraños que resultan ser almas gemelas. Una lectura apasionante, una narración sublime y deliciosa. ¿Exagero? Así lo siento, así lo expreso. Genial, Campanilla.
ResponderEliminar¡Abrazote Feroz, Amiga de Tinta! ;)
¡Otra vez! ¡Edgar! ¡Ya lo estás haciendo otra vez! ¡Sacarme los colores cual tomate! *-*
EliminarNo sé ni qué decir... Escribir "El Chico Misterio" ha sido muy especial para mí... No sé... Cada Letra ha salido directa desde mi Corazón... Era como una necesidad, un Deseo pedido al Universo, una señal para mi Estrella... Un pedacito de mí, un pedacito de mí muy grande...
Sí, creo que exageras... Pero... Me gusta que expreses tus exageraciones, Apañero... ;)
¡Besitines Feroces!
Ayyyyy Campanilla que bonita historia de amor. Como me encantan los encuentros en autobuses y trenes. Casi te imagino a ti en aquel autobús. Aunque en realidad no sé si es real o ficticio, me encantaría que fuera real. Soy una romántica incorregible. Me ha encantado, enamorado tu relato. Un besillo guapa.
ResponderEliminar¡Ainnns! María... Te seré sincera... Me he pedido ser la Prota de esta Historia... Me he copiado mi "Patosismo", los muñequitos de mi mochila, las sonrisas cuando estoy nerviosa...
EliminarEste Cuento de Amor no ha ocurrido... Al menos, no ha ocurrido aún... ¿Quién sabe? Tal vez la Última Moira, antes de retirarse a escribir su Destino, haya cruzado el de "Nacho" y el mío...
Necesitaba algo, una Esperanza, una Ilusión... Un Sueño... Así que... ¡Me lo he regalado! Es muy, muy tonto hacer esto... Pero... ¡No soy de dejar de hacer cositas tontas! Yo también soy una romántica incorregible... Por mucho que, en ocasiones ponga en duda la Magia del Amor, al final... Siempre vuelvo a caer en sus redes...
¡Besitos Enormes! ^w^
Bonita historia Super Campanilla, y gran escritor-guionista de todo, Albert. Solo he leído el de las Brújulas, peroha hecho grandes trabajos para Tv3. Super genial como siempre, acuerdate de no cambiar nunca!! Besos!!!
ResponderEliminar¡Capitán! *-*
Eliminar¡Aixx! Albert se está convirtiendo en un Gurú para mí... "Brújulas que buscan Sonrisas Perdidas" tiene lo que yo siempre he querido, un Archipiélago de Sinceridad, saber la verdad, la verdad pura y dura... Sin aderezos... Por eso para mí ha sido tan especial...
Y ayer casi me terminé el de "Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo", es... ¡Un pasote! De esos Libros que se sienten, que parecen que han sido escritos para ti...
Y Mi Chico Misterio... ¡Sipi! ¡Esta vez sí! ¡Es un Cuento bonito! ¡Es mi Cuento! ;P
¡Besazooooos Super Grandes!
PD: Nope... ¡Nada de cambiar! *-*
Qué historia tan re-linda, Campanilla!! A pesar del sueño que tengo a estas horas me ha mantenido completamente absorta en la pantalla de principio a fín, me ha encantado!!
ResponderEliminarYo también creo en las Almas Gemelas y en que a veces, solo a veces, se cruzan en el momento y lugar adecuados para poder enlazarse para siempre :) Ainsssss creo que ahora miraré las estaciones de autobuses con otros ojos :))
Gracias guapa, ha sido todo un regalo de relato!!
Besillos de miércoles!!
¡¡Aiiix!! ¡¡Julia!! *-*
EliminarEs que... ¡Necesitaba escribir algo así! Algo lleno de Magia, de Sueños, de Esperanza... ¡De Amor! No sé... Era escribir una Historia que sé que no viviré, pero que necesitaba vivir... ¿Qué mejor forma de hacerlo que así? Escribiendo... ¡Llamando a mi Alma Gemela! ;)
Sipi... ¡Yo también creo que en Ellas! Y pienso que es posible que se junten, que se entrelacen, que se unan para toda la Eternidad... *-*
Uinsss... Es que las Estaciones De Buses... ¡Tienen su encanto! Hay algo en ellas muy especial, porque ven pasar a tanta y tanta gente distinta... ¡Qué seguro que tienen mil historias que contar! ;)
¡¡Muchos Besitos Enormes!!
ay!<3..me quedé suspirando de colores!!!!^.^ me gustó mucho como llevas al lector a sentir de manera tan bonita,tantas historias ,tanto amor por allí revoloteando en el mundo...y yo que por estos dias ,no quisiera pensar en amor:( y mira aquí vienes tú con tu bella historia:( <3
ResponderEliminar¡Ay! Ady... Es que empiezo a reconciliarme con la palabra Amor... No sé, dejo que las Maripositas me acaricien, se posen por el estómago... ¡Se lo debo! ¡Se lo debo al Amor!
ResponderEliminarYo que sé... No son más que Sueños que fabrico con Letras, esperando que se hagan Realidad...
¿Sabes? Me alegra de todo Corazón que estés suspirando en colores... ¡Porque te lo mereces!
¡Besazos Feroces! ;)
Brutal el relato, Campanilla. Me atrapó de principio a fin. Además de la excelencia del texto, de tu narración exquisita y a flor de piel... me sentí identificada. Yo también he tenido un chico misterioso de bus; leerte fue como recordar mi propia historia (aunque en mi caso no hubo tanta magia), sólo me bastó con leer el nombre al final del relato para que se me cayeran las medias jaja.
ResponderEliminar¡¡Me encantó!! Lo disfruté mucho. Un besote grande :D
¡Oh! Me gustó mucho. Maravillosa oruga metálica <3
ResponderEliminarQuién no haya vivido una situación semejante, aún no ha encontrado el amor.
Me ha encantado leerte de nuevo campanilla ;)
Un abrazo muy grande por esos magníficos días de inspiración :D
A.V.Cardenet
Muy romántica campanilla, un texto lleno de amor. Me gustó. Un beso.
ResponderEliminarMuy romántica campanilla, un texto lleno de amor. Me gustó. Un beso.
ResponderEliminarBellísimo Elika,como siempre,con Tú mística ,como un jean gastado,reflejando sinceridad y pura emoción..siento que es tu historia..xoxoxos...!!!
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