Pequeña. Siempre me ha gustado la Palabra Pequeña. Está rodeada de Ternura y Dulzura, de Esencia, de Inocencia… Pero, en ocasiones, sus Letras se desvirtúan en un Rincón de mi Corazón, cuando, a este Hermoso Vocablo, se le añade el de Sentir. Sentirse Pequeña. Chiquitita. Chiquiteja. Aún recuerdo cuando me sentía así. Cuando sentía que no era Nada. Nada más allá que un pequeño soplo de Viento, incapaz de provocar una Tempestad. Observando a mis Mayores, rodeándome de sus Historias de Guerra, de esas Leyendas que iluminaban mis Noches como una Estrella Guía, era capaz de imaginarme a mí misma, envuelta en acero y cuero, teñida de Sangre hasta las Entrañas… Como si mi propio Interior fuera un Lienzo en Blanco, ávido de Cicatrices que relatasen mi Vida. Mi Corazón con forma de Rodela Aguamarina tenía infinidad de Marcas, Heridas Mal Curadas y un sinfín de Sueños tatuados en el Escudo que, con el paso de los años, se había convertido en Coraza. En más d