“Míranos, diciéndonos Adiós a casi nada.
Apenas
te conozco,
pero sangra la parte del Abrazo que no doy…”
Letra a Letra, las Sílabas se fueron escribiendo sobre su
Piel, dejando tras de sí un Reguero de Pensamientos que no querían ser pensados
y que, sin embargo, encontraban cobijo en la Melodía de una Canción que no le
pertenecía. Allí estaban, refunfuñando bajo una Seguridad
Innata que amenazaba con deshacerse.
“No quiero que te lleves del todo mi Garganta.
Permíteme
bailar Solo la Danza
de los que bailan Solos por Amor…”
Hipnotizadas, las Palabras alzaron su Voz y, sin Miedo, se
unieron al Baile. De puntillas. En Pie de Guerra. Hasta lograr acunar el
Corazón con tanto Mimo y Ternura, que llegó a creer que se estaba convirtiendo
en Oso de Peluche Polar. No podía permitírselo.
Carta en el Después,
de la Mesa que
Ayer nos sirvió de Cama…”
Incapaz de soportar aquella Aguda Sensación que le presionaba
el pecho, apagó el Reproductor de Música y se arrancó los auriculares con tanta
fuerza que, más que querer silenciar las Notas, lo que necesitaba era acallar
los Sentimientos que se negaban a obedecer a su Cerebro. No.
Nuevamente no. Él no podía permitirse eso.
- Apenas te conozco… Apenas te conozco, pero sangra
la parte del Abrazo que no doy…
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