- Lo siento mucho...
- No
se preocupe... – Se giró instintivamente para disimular las
lágrimas que le cosquilleaban en los ojos, ensayó una sonrisa en
un breve segundo y se dio la vuelta de nuevo. – No pasa nada... Volveré a empezar...
- Así me gusta, niña...
Organius
desapareció de la habitación y cerró la puerta tras él, arrastrando sus inmortales pies por el pasillo, hasta que el Silencio se abrió
camino hacia sus oídos. La Soledad y el frío de aquella estancia
recorrieron su cuerpo como un relámpago electrizante. Tembló sin
pestañear, presa de una sensación prohibida, hasta caer de
rodillas sobre el negro mármol. Volvió a estremecerse, pero en esta
ocasión era la rabia y el enojo lo que hacían que su sangre
hirviese sin control. ¿Qué más podía hacer? Su Mente, sus
Sentidos, su Intuición… Estaban bloqueados, limitados, perdidos.
Era la tercera vez que Organius se presentaba sin avisar y la
obligaba, con extremada educación y delicadeza, a borrar toda la
Historia y volver a empezar. Se sentía incapacitada para aquel
trabajo que llevaba haciendo durante Siglos. Nunca se había
equivocado, nunca había tenido que reescribir y, por primera vez en
su vida, nada era lo bastante bueno.
“Es
un hombre demasiado especial para ser un Licántropo”,
le dijo la primera vez, “Una Bestia… Ya hay demasiadas Bestias en este Mundo, necesito algo
más…”
La
segunda fue peor: “¿Un
Demonio? ¿Quién te crees que eres para jugar con lo Divino? Solo
eres una Escriba… ¡¡Deja a los Ángeles en manos de Dios y a los
Demonios en las de Lucifer!!"
Se
sentía frustrada. Y cansada.
¿Cuántos
Destinos había forjado en los Últimos Tiempos? ¿Cuántos hombres y
mujeres habían nacido y muerto bajo el peso de su Pluma Roja?
¿Cuántos más decidirían por sí mismos sin saber que era Ella
quien decidía?
Aquella
sensación prohibida, que se revolvía en sus entrañas, se hizo
fuerte con cada Pensamiento de Rebeldía. Decidida, ante aquel paso
que le provocaría la huida hacia lo Desconocido, cogió la pluma,
la baño en tinta y comenzó a escribir su propio DESTINO.
"Créeme, en tu Corazón brilla la Estrella de tu Destino..."
Friedrich Schiller
jope... Campanilla...q relato más estrmecedor aunque también desconcertante.. lo voy a leer otra vez...;-))
ResponderEliminarbesitos
¡¡Clara!! ^^
ResponderEliminarEs mi particular visión de una Moira... Hilaban el Destino de los Mortales, no tenían otro Destino que escribir el Destino de otros, viviendo a través de las vidas de otros... Por eso toma las riendas, decidida a escribir su Vida...
Peero... ¡Me gusta esas sensaciones que te ha provocado!
¡¡Besicus!! ;)
Genial relato. El destino en tus manos bajo una pluma roja. ¿Qué haras de tu vida cuando puedes tenerlo todo? Bonita reflexión. Un besillo guapa.
ResponderEliminar¡María! ;)
EliminarSí... Tu propio Destino en tus manos, decidiendo tu Vida... Pudiendo elegir, sin que nadie más elija por ti...
Siempre creído que somos parte de Destino, de ese que no tiene Casualidades, pero que también lo forjamos con cada paso...
¡Muchos Besus! ;)
¡Menudo relato! Quien sabe cuánto tiempo ha decidido los destinos de los demás y finalmente ha decidido escribir el suyo. Esperemos que de tanto manipular el sino de los demás le haya dado la sabiduría para que no se forje uno grandiosa para ella. Sería un acto de justicia y escribiera lo que se merece, ni más ni menos.
ResponderEliminarGran relato. Te deseo una gran semana. ¡Saludos!
¡Nahuel! ¡Asias! *-*
Eliminar¡Aiiix! Pues sí... Toda una Eternidad decidiendo el Destino del Mundo... Escribiendo principios, nudos y desenlaces... Tristes, felices... ¡Aventuras! ¡Amor! ¡Venganza! ¡¡Qué cantidad de Vidas se forjaron bajo la tinta de su Pluma Roja!!
Y... ¡Su Momento ha llegado! Si yo fuera ella... Lo primero que escribiría sería: "Y la Última Moira se hizo de Carne y Hueso. Nunca dejó que nadie controlara su Sino, excepto ella misma. Y, con esas breves Palabras, nació en el Mundo de los Hombres. Ni tan siquiera Organius pudo reescribir su Historia..."
¡Muchos Bestios! ;)
Supongo que quienes escriben nuestros destinos son insobornables pues, de lo contrario, cuán larga sería la cola de quienes pretenden cambiarlo.
ResponderEliminarUn relato extraordinario.
Un abrazo.
Al menos... Eso espero yo... Que sean insobornables... Aunque lo que me gustaría de verdad... Sería que esas Moiras fuesen realmente justas... Que tuviesen el Don de la Justicia Divina... Aunque fuese al Final de nuestras Vidas... Al menos, ciertas cositas que ocurren tendrían un poco más de sentido...
Eliminar¡Muchas asias por pasarte a por un botecito de sangre en la nevera! ;P
¡Besitooooos!
Un original argumento para un estupendo relato, Campanilla!! La idea del escritor que decide destinos con su pluma me encanta, de hecho yo también he escrito un micro relacionado con ese tema pero en un registro completamente diferente.
ResponderEliminarMe ha encantado, espero que a partir de ahora nadie corrija sus letras :)
Un beso grande!!
Las Moiras son "seres mitológicos" con un significado muy especial para mí... Al igual que el Destino... Mi Escritura, mi Pluma Roja, mi Última Moira es la respuesta a una señal que se cruzó en mi camino el día que la escribí ;)
EliminarAsí que... ¿Quién sabe? Quizás cada Escritor tenga un poco de Moira en su interior...
¡¡Mil Besines, Julia!! ;)